A lo largo de la vida, podemos atravesar experiencias que nos sobrepasan emocionalmente: accidentes, pérdidas, abusos, rupturas, enfermedades, violencia, catástrofes naturales o incluso situaciones que a simple vista parecen menores, pero que nos han dejado una huella. No siempre se trata de lo que ocurrió, sino de cómo lo vivimos. Cuando una experiencia desborda nuestra capacidad de afrontarla, puede dejar marcas profundas que afectan nuestro día a día.

En estos casos, el acompañamiento psicológico especializado con sensibilidad al trauma, puede ser clave.
Cuento con formación en EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing), una técnica reconocida por su eficacia en el abordaje del trauma. Además, integro herramientas corporales que ayudan a liberar el malestar físico y emocional, facilitando una integración profunda de lo vivido.  A lo largo de mi experiencia, he acompañado a muchas personas que han atravesado situaciones traumáticas, y muchas de ellas expresan sentirse más aliviadas, seguras y calmadas después del proceso terapéutico.

El trauma no se resuelve solo con entender lo que pasó. A veces el cuerpo sigue reaccionando con ansiedad, tensión o desconexión, incluso mucho tiempo después del evento. En este espacio, trabajamos desde lo emocional y lo corporal para restaurar la sensación de seguridad, recuperar el equilibrio interno y permitir que el pasado deje de ocupar tanto espacio en el presente.